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Es preciso reestructurar el sistema financiero para que apoye a la economía real, el comercio y el desarrollo, según un informe


Comunicado de prensa
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UNCTAD/PRESS/PR/2013/038
Es preciso reestructurar el sistema financiero para que apoye a la economía real, el comercio y el desarrollo, según un informe
Se insta a los bancos centrales y de desarrollo, así como a las instituciones financieras especializadas, a orientar el crédito hacia inversiones productivas

Geneva, Suiza, 12 septiembre 2013

El sistema financiero en la mayoría de los países desarrollados y en desarrollo no orienta suficientemente el crédito hacia la inversión productiva en la economía real, según se explica en un informe emblemático de la UNCTAD. Se indica la necesidad de llevar a cabo una reforma a nivel nacional y mundial, no solo para aumentar la estabilidad financiera y económica sino también para garantizar que se destine suficiente financiación a actividades productivas que ayuden a los países en desarrollo a superar los nuevos retos de desarrollo surgidos en el entorno posterior a la crisis.

El apoyo a la capacidad productiva supondría aumentar la financiación de largo plazo para la industria, la agricultura, los servicios y las infraestructuras, según el estudio. Además, tanto en la actualidad como en los años que precedieron a la crisis financiera de 2008, el crédito a menudo se ha orientado al consumo en vez de a la inversión, y a alimentar burbujas de precios de activos en sectores como el inmobiliario, en vez de a fomentar la innovación y la producción.

El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 20131, subtitulado "Adaptación a la dinámica cambiante de la economía mundial", se ha publicado hoy.

En el informe se sostiene que la reformulación de las estrategias de desarrollo no consiste únicamente en reasignar los recursos existentes; en la mayoría de las economías en desarrollo y en transición, también es preciso acelerar el ritmo de acumulación de capital. Así pues, esos países tendrán que organizar y gestionar sus sistemas financieros de tal manera que proporcionen una financiación suficiente y estable para ampliar sus capacidades productivas y adaptar la producción a la nueva estructura de la demanda. Al hacer los cambios debe tenerse en cuenta la importancia que han adquirido los mercados nacionales y regionales.

Se recomienda que las economías en desarrollo y en transición, al tratar de estimular la inversión productiva, adopten un enfoque prudente y selectivo frente a las entradas de capital extranjero. Estas pueden ser necesarias para financiar las importaciones de insumos para la producción y de bienes de capital, pero a menudo tienden a crear inestabilidad macroeconómica, apreciación de la moneda y episodios recurrentes de auge y recesión financiera. En el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 2013 se propugna que esos países recurran en mayor medida a fuentes de financiación internas, entre las que destacan principalmente los beneficios no distribuidos y el crédito bancario. Por consiguiente, las políticas económicas deberían orientarse a fomentar la inversión de los beneficios a nivel local y a modificar la actuación del sistema bancario con el fin de que conceda más sistemáticamente créditos para actividades productivas que generen empleo y crecimiento económico duradero, y reduzcan la vulnerabilidad a las alteraciones de la economía mundial.

Durante muchos años, se ha considerado que prácticamente cualquier flujo de capitales extranjeros era beneficioso para los países en desarrollo, al suponer que se traduciría automáticamente en un aumento de las tasas de inversión. En algunos casos, las entradas de capital financiaban un aumento de la inversión, directamente, mediante la inversión en nuevas instalaciones, o indirectamente, mediante préstamos utilizados efectivamente para importar bienes de capital. Sin embargo, en los últimos treinta años, la dependencia excesiva de las entradas de capital privado tiende a acentuar la inestabilidad macroeconómica y financiera y a obstaculizar el crecimiento sostenido, en vez de facilitarlo, según se indica en el informe. De hecho, gran parte de las entradas de capital extranjero financian el consumo o las inversiones especulativas que generan burbujas de precios de activos y apreciación de la moneda y fragilizan los sistemas financieros nacionales. El agotamiento o la reversión posteriores de las entradas ejercen presión sobre la balanza de pagos y la financiación de los sectores público y privado.

En el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 2013 se afirma que para los países en desarrollo lo importante no es solamente disponer de financiación extranjera sino también ejercer cierto control sobre la utilización de esos fondos. Es posible que esos países deban aplicar medidas macroprudenciales, como políticas pragmáticas en materia de tipos de cambio y de gestión de la cuenta de capital, para reducir la vulnerabilidad ante las perturbaciones financieras externas y ayudar a prevenir los ciclos de auge y depresión de los préstamos.

Además, según el informe, es necesario modificar de manera más general el funcionamiento del sistema financiero para garantizar que la financiación, interna y externa, se destine a empresas e inversores que la utilicen de manera productiva. En el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 2013 se explica la necesidad de una mejor regulación del sistema financiero, para lograr estabilidad tanto monetaria como financiera y hacer que el sector financiero esté al servicio de la economía real. Para ello será preciso reestructurar el sistema financiero, en particular el bancario. La reestructuración podría significar que los bancos centrales, los bancos de desarrollo y las instituciones de crédito especializadas asuman una función más amplia y activa.

La política monetaria no basta por sí sola para estimular la inversión, como puso de manifiesto el hecho de que la abundante creación de moneda en los países desarrollados no haya entrañado un aumento de la financiación de la producción, según el informe. Varios países han introducido mecanismos de crédito para paliar lo que se percibe como una ruptura del mecanismo monetario; sin embargo, tales mecanismos suelen establecerse como medidas extraordinarias para afrontar las presentes circunstancias excepcionales. En el informe se afirma que hay sólidas razones que justifican la intervención pública para influir en la asignación del crédito en circunstancias normales, especialmente en los países en desarrollo.

En particular, los bancos centrales deberían ampliar sus mandatos y, mediante políticas de crédito, contribuir mucho más activamente a estimular la inversión. Los bancos centrales deberían respaldar la transformación de los plazos en el sistema bancario y alentar, o bien obligar, a los bancos a prestar más dinero para financiar la inversión productiva. No se trata de algo totalmente nuevo, según se indica en el informe; la historia presenta numerosos ejemplos, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, de participación de los bancos centrales en la orientación del crédito, por ejemplo, mediante la financiación directa de empresas no financieras, la refinanciación selectiva de préstamos comerciales a tipos preferenciales, o la exención de los límites cuantitativos al crédito para ciertos tipos de préstamos bancarios.

En la aplicación de la política de crédito pueden participar instituciones públicas, semipúblicas y cooperativas especializadas en la financiación de inversiones productivas, por ejemplo, en la agricultura o las pymes, en condiciones preferenciales. Los bancos de desarrollo nacionales también deberían ofrecer los préstamos y servicios financieros que las instituciones privadas no pueden o no quieren proporcionar. Podrían incluir préstamos a prestatarios considerados de alto riesgo, como las empresas emergentes, las empresas pequeñas y las innovadoras, o proyectos de desarrollo a largo plazo en investigación o infraestructuras. Esos bancos cumplen una función importante no solo por ser una fuente alternativa anticíclica de creación de crédito (como se observó en la crisis actual), sino también porque contribuyen a garantizar la diversidad de las fuentes de financiación. Una red de distintas instituciones especializadas será más eficiente para orientar el crédito hacia usos productivos que un sistema dominado por los grandes bancos universales que no solo son "demasiado grandes para quebrar" sino también "demasiado grandes para gestionarlos" y "demasiado grandes para regularlos", se dice en el informe.

El Informe: http://unctad.org/en/PublicationsLibrary/tdr2013_en.pdf (Soló in inglés)​