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Volver a las estrategias de crecimiento anteriores a las crisis ni es posible ni deseable, según un informe de la UNCTAD


Comunicado de prensa
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UNCTAD/PRESS/PR/2013/036
Volver a las estrategias de crecimiento anteriores a las crisis ni es posible ni deseable, según un informe de la UNCTAD
Adaptarse a las transformaciones estructurales en la economía mundial requiere cambios de gran envergadura en las políticas económicas

Geneva, Suiza, 12 septiembre 2013

Cinco años después del inicio de la crisis financiera mundial, la economía mundial sigue sin encontrar su rumbo, según se destaca en un nuevo informe de la UNCTAD.

Para enfrentarse a lo que ahora se manifiesta como una crisis estructural de la economía mundial son precisos cambios fundamentales en la política económica predominante, según se sostiene en el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 20131. En el estudio, subtitulado "Adaptación a la dinámica cambiante de la economía mundial", se sostiene que los países desarrollados deben tomar medidas más decididas para afrontar las causas fundamentales de la crisis, en particular, el aumento de la desigualdad de ingresos, la marginalización del Estado como agente económico, el predominio de un sector financiero mal regulado y un sistema internacional proclive a aumentar los desequilibrios externos. Las economías en desarrollo y en transición cuyo crecimiento depende excesivamente de las exportaciones tienen que reconsiderar sus estrategias de desarrollo y basarse más en la demanda interna y regional (véase UNCTAD/PRESS/PR/2013/37).

Al examinar las tendencias de la economía mundial, en el Informe se señala que en lugar de una recuperación robusta, el crecimiento de la producción mundial se ha ralentizado, pasando de 4,1% en 2010 a 2,8% en 2011, 2,2% en 2012 y probablemente mostrando una desaceleración aún mayor en 2013 con una tasa global de crecimiento de 2,1%. Los países desarrollados siguen estando por debajo de la media mundial, llegando a alcanzar una tasa de crecimiento de tan solo 1%. Esto reflejaría una gama variada de patrones de crecimiento, con Japón mostrando una relativa estabilidad, Estados Unidos una desaceleración moderada y la zona del euro una nueva contracción económica.

Las medidas de estímulo en las principales economías desarrolladas se han basado en políticas monetarias expansivas; sin embargo, al inscribirse en un marco de austeridad fiscal y de continua falta de dinamismo de la demanda privada no han logrado fomentar la creación de crédito, ni aumentar la demanda agregada ni el crecimiento. Varias economías en desarrollo y en transición han logrado mitigar los efectos adversos resultantes de la crisis financiera y económica en el mundo desarrollado aplicando políticas macroeconómicas anticíclicas. Sin embargo, en un momento en que los efectos de esas respuestas se desvanecen y el entorno económico exterior muestra pocos signos de mejora, a esas economías les resulta cada vez más difícil evitar la desaceleración. La solución no pasa tampoco por volver a adoptar estrategias de crecimiento como las imperantes antes de la crisis, pues se basaban en patrones de demanda y financiación insostenibles.

La actividad económica en la mayoría de los países desarrollados aún es vacilante a causa de los efectos de la crisis financiera y económica que comenzó en 2008, en particular por la insuficiente creación de empleo, la compresión de los salarios y el proceso aún incompleto de consolidación de balances financieros. Sin embargo, la debilidad persistente del crecimiento en varios países obedece también a las actuales tendencias de sus políticas macroeconómicas. En la Unión Europea, el desapalancamiento sigue siendo incompleto y las políticas monetarias expansivas no han conseguido que los bancos concedan nuevos créditos al sector privado —un crédito necesario para reactivar la demanda. Así las cosas, la opción cada vez más marcada por un mayor rigor fiscal hace que sea muy improbable retomar rápidamente la senda de un mayor crecimiento. En los Estados Unidos de América, la demanda interna privada ha empezado a recuperarse, en parte gracias a los avances realizados en la consolidación del sector bancario, aunque los recortes en el gasto público están teniendo un efecto contractivo. El Japón está revolucionando la actual tendencia a la austeridad al aunar un estímulo fiscal y una expansión monetaria potentes con el fin de reactivar el crecimiento económico y contener las tendencias deflacionistas.

En el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo se prevé que las economías en desarrollo y en transición crecerán a un ritmo similar al de 2012 —ligeramente superior al 4,5% y 2,5%, respectivamente— y, por lo tanto, seguirán siendo los principales motores del crecimiento económico global, contribuyendo con cerca de dos tercios al crecimiento de la producción mundial en 2013. En muchas de esas economías, el crecimiento ha sido resultado más del tirón de la demanda interna que de las exportaciones, pues persiste la debilidad de la demanda externa de las economías desarrolladas.

La expansión del comercio mundial es prácticamente insignificante, ya que su volumen creció menos del 2% en 2012 y en los primeros meses de 2013. La debilidad de la actividad económica en los países desarrollados es la causa principal de la desaceleración en el comercio internacional, pero es preciso señalar que el comercio también se ha ralentizado considerablemente en las economías en desarrollo y en transición. La caída del comercio mundial en 2008 y 2009 alteró las pautas del comercio tanto en los países desarrollados como en desarrollo. El volumen de las importaciones y de las exportaciones de las regiones desarrolladas se ha mantenido por debajo de los niveles anteriores a la crisis, a excepción de los Estados Unidos de América, donde las exportaciones han superado su máximo anterior, registrado en agosto de 2008. En el grupo de las economías de mercado emergentes el crecimiento del comercio se ha ralentizado notablemente, y los datos disponibles sobre el primer semestre de 2013 indican que es probable que la desaceleración persista. Esta tendencia general a la baja en el comercio internacional pone de relieve las vulnerabilidades que los países en desarrollo siguen afrontando en instancias de un crecimiento mediocre en los países desarrollados.

Dado que los países en desarrollo han experimentado un crecimiento económico más rápido que los países desarrollados, la proporción que representan de la economía mundial ha aumentado significativamente; su contribución a la producción mundial aumentó del 22% en 2000 al 36% en 2012, mientras que su participación en las exportaciones mundiales pasó del 32% al 45% en el mismo período. Gran parte de este incremento fue resultado de la expansión del comercio Sur-Sur.

Sin embargo, casi nada ha cambiado en cuanto a las dos principales características del comercio Sur-Sur, a saber: su estrecha concentración en Asia, debida a la fuerte participación de esos países en las redes internacionales de producción, en las que los países desarrollados son los mercados de destino final; y el importante papel de los productos primarios en la expansión del comercio Sur-Sur en las últimas dos décadas. Ello pone de manifiesto que el comercio Sur-Sur no se ha convertido en un factor autónomo de crecimiento en los países en desarrollo. No obstante, si los países en desarrollo pudiesen adoptar una estrategia donde el crecimiento de la demanda interna tuviese un mayor protagonismo, una mayor proporción de sus importaciones de manufacturas podría destinarse para uso final en su mercado interno en lugar de reexportarlas a los países desarrollados. Ese cambio bien podría hacer aumentar la contribución del comercio Sur-Sur al crecimiento de la producción en los países en desarrollo.

Con respecto a la economía mundial en su conjunto, en el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 2013 se destaca que unas políticas coordinadas e impulsadas por la demanda, donde los países con superávit aplicasen fuertes estímulos y ninguno adoptase políticas contractivas, permitirían obtener mejores resultados que las actuales políticas, que ponen toda la carga del ajuste en los países con déficit. Dichos mejores resultados se podrían palpar en términos de crecimiento económico, distribución de los ingresos y el empleo, así como de reequilibrio mundial. Según las simulaciones de escenarios realizadas con el Modelo Global de Políticas de las Naciones Unidas, la aplicación de dichas políticas orientadas a impulsar la demanda conllevaría a un mejor desempeño de los países en desarrollo si resultasen de la coordinación estos países incluso suponiendo que los países desarrollados mantuviesen la actual orientación de sus políticas. De ahí que intensificar la cooperación regional y el comercio Sur-Sur se constituyen en un importante componente de las estrategias de desarrollo de esos países.

El Informe: http://unctad.org/en/PublicationsLibrary/tdr2013_en.pdf (Soló in inglés)