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El crecimiento de la economía oceánica va más allá de la pesca y el transporte marítimo

05 marzo 2025

El océano impulsa industrias que van desde el turismo y la biotecnología hasta la energía limpia y los productos farmacéuticos. Pero el cambio climático, la contaminación y la falta de financiación ponen en riesgo su futuro.

La economía oceánica no se limita a los barcos pesqueros y cargueros. En 2023, alcanzó un récord de 2,2 billones de dólares en exportaciones, con los servicios representando el 59 % del total. Es un motor clave para sectores que incluyen el turismo, los productos farmacéuticos, la biotecnología y la energía limpia, y sustenta más de 600 millones de empleos en todo el mundo.

Desde 1995, la economía oceánica ha crecido 2,5 veces, superando la expansión de 1,9 veces de la economía mundial, con las economías en desarrollo impulsando gran parte de este crecimiento.

Si bien el turismo (33 %) y el transporte marítimo (22 %) siguen siendo los sectores dominantes, las industrias de alta tecnología y manufactura están ganando terreno, representando ahora el 16 % del comercio oceánico. Estas incluyen productos farmacéuticos, deportes marinos, energía limpia y equipos eléctricos.

Adicionalmente están surgiendo nuevas industrias. Un mercado de 10.800 millones de dólares para sustitutos plásticos de origen marino está tomando forma, ofreciendo beneficios tanto económicos como medioambientales. La biotecnología marina, valorada en 4.200 millones de dólares en 2023 y proyectada en 6.400 millones para 2025, está en expansión con innovaciones en alimentos marinos bajos en carbono, nuevos antibióticos y materiales de base biológica.

Amenazas crecientes, inversión rezagada

La economía oceánica continúa creciendo de manera sostenida. Sin embargo, su enorme potencial está bajo presiones cada vez mayores. La sobrepesca, la contaminación y el cambio climático amenazan su papel como motor económico.

Actualmente el 37,7 % de las poblaciones de peces a nivel mundial están sobreexplotadas, en comparación con el 10 % en 1974.

El aumento de la temperatura del océano está agravando la crisis. En 2024, la temperatura del agua de mar alcanzó un récord histórico, con 1,55°C por encima de los niveles preindustriales, alterando los ecosistemas marinos, desplazando poblaciones de peces y poniendo en peligro la seguridad alimentaria. La subida del nivel del mar amenaza infraestructuras costeras, puertos y rutas de navegación.

Estos riesgos son una amenaza vital para los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), que dependen en gran medida de las exportaciones oceánicas. En 2023, las exportaciones per cápita de los PEID superaron los 2.600 dólares, casi diez veces el promedio mundial.

La contaminación plástica es otra emergencia oceánica. Cada año, alrededor de dos millones de toneladas de desechos plásticos ingresan al océano y tardan siglos en degradarse.

Mientras tanto, la economía oceánica sigue estando gravemente subfinanciada. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (Vida submarina) requiere 175.000 millones de dólares anuales, pero solo se han desembolsado 30.000 millones desde 2010, lo que lo convierte en uno de los ODS con menor financiación. Al mismo tiempo, 22.000 millones de dólares en subsidios pesqueros perjudiciales continúan impulsando la sobrepesca y la destrucción de los ecosistemas.

Trazar un nuevo rumbo sostenible

La economía oceánica está en un punto de inflexión. Para garantizar un crecimiento sostenible e inclusivo, se requieren con urgencia estas medidas clave:

  • Finalizar un tratado jurídicamente vinculante sobre contaminación plástica para reducir los residuos y expandir las industrias basadas en el mar.
  • Eliminar los subsidios perjudiciales y aumentar la financiación, aprovechando recursos públicos y privados.
  • Ampliar la recopilación de datos sobre emisiones, comercio e inversión relacionados con el océano para alinear las políticas con los objetivos climáticos.
  • Integrar los sectores oceánicos en los planes climáticos y de biodiversidad nacionales para mejorar la resiliencia.

Con la celebración del 5º Foro de las Naciones Unidas sobre el Océano en marzo y la Conferencia sobre el Océano de la ONU en junio de 2025, los responsables políticos tienen una oportunidad única para actuar. Está en juego el futuro de la economía oceánica y los miles de millones de personas que dependen de ella.