Muchas economías de la región afrontan una creciente presión sobre sus posiciones de deuda externa mientras que el aumento del coste de la vida se vuelve en reto apremiante para los responsables políticos.
El crecimiento en la región de América Latina y el Caribe se desacelera bruscamente, de un 6,6 por ciento en 2021 a un 2,6 por ciento en 2022, y a un 1,1 por ciento en 2023, según prevé el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2022 de la UNCTAD.
El ritmo de crecimiento estará marcado por las mayores economías, Argentina, Brasil y México, que tras crecer un 10,2, 4,6 y 4,8 por ciento en 2021, respectivamente, se deslizarán a un 4,1, 1,8 y 1,8 por ciento en 2022. Entre ellas, la actividad económica en México aún no ha recuperado el nivel de 2019 tras haberse contraído un 8,3% en 2020.
Para la subregión de América Central y el Caribe, el crecimiento caerá probablemente del 7,8% en 2021 al 4,1% en 2022, mientras que para las economías de América del Sur, excluyendo a Argentina y Brasil, la desaceleración será más brusca, pasando del 9,1% en 2021 al 3,1% en 2022.
“Para la mayoría de las economías de la región, el deterioro de las condiciones financieras mundiales y los giros de política económica en las economías avanzadas van a repercutir en el crecimiento, aumentando la vulnerabilidad a los choques externos”, advirtió la Secretaria General de la UNCTAD, Rebeca Grynspan.
Los grandes desafíos de política
Impulsar la creación de empleo y permitir un todavía pendiente aumento de los salarios reales serán, en el actual contexto de presiones inflacionistas mundiales y de debilidad de la demanda externa, los grandes retos políticos a los que se enfrentan la mayoría de los países en su intento de abordar arraigadas desigualdades, reactivar el crecimiento y recuperar la estabilidad económica.
El informe señala que las condiciones relativamente favorables de las que gozaron los exportadores de productos básicos hasta finales de 2021 están volviéndose problemáticas, incluso después de tener en cuenta choques positivos en sectores específicos derivados de la guerra en Ucrania.
Los precios internacionales de la energía, los alimentos, los fertilizantes y los minerales, que forman parte de la cesta de exportación de muchas economías de la región, se dispararon durante algunos meses.
Pero, según el Informe, se trata de cambios específicos y de corta duración: por un lado, las ganancias inesperadas no se han repartido ampliamente y, por otro, en las actuales condiciones inflacionistas mundiales están ejerciendo presiones sobre los precios domésticos.
Además, una desaceleración del crecimiento más acusada de lo previsto en las principales economías está generando volatilidad de los mercados de bienes primarios, que, como se destaca en el informe, están excesivamente financiarizados.
El aumento del coste de la vida es un reto de política económica cada vez mayor, y no sólo en los casos en que las expectativas inflacionistas son crónicas.
Para una buena parte de las economías de la región, el reciente aumento de la inflación ha sido inducido por los precios mundiales de la energía y los bienes básicos, y por la transmisión de volatilidad y depreciación cambiarias.
El informe concluye que el endurecimiento de la política monetaria es, en el mejor de los casos, una respuesta política parcial en dichas circunstancias. Su aplicación a ultranza corre el riesgo de provocar una drástica depresión de la demanda interna, causando recesiones y agudizando el malestar social.
El impacto perjudicial sobre la inversión en capital fijo podría representar un golpe contundente en una región donde la inversión ha languidecido durante décadas.
En lo inmediato, muchas economías de la región se enfrentan a una creciente presión sobre sus posiciones de deuda externa. Cinco países (mayormente en el Caribe) corren un alto riesgo de (o han declarado ya) impagos de deuda.
Otros tres países en América Latina se abocan a primas muy exigentes en sus bonos soberanos externos (10 puntos porcentuales o más por encima del tipo de interés de la Reserva Federal de EE.UU.). Y la tendencia a un endurecimiento de condiciones de endeudamiento externo es generalizada.
Algunas de estas presiones podrían aliviarse parcialmente si los ajustes al alza de los tipos de interés atraen fondos externos. Pero esto también supondrá presiones en los presupuestos fiscales y acarreará incrementos futuros de los costes del servicio de la deuda.
Los acreedores corporativos de la región enfrentan similares dilemas. En conjunto, el resultado esperado de estas reacciones políticas será la caída del crecimiento y la intensificación de los riesgos de estabilidad.
Margen reducido de acción política
El problema para la región es que el espacio político es tan reducido que una combinación de tipos de interés internacionales más altos, reversiones de los flujos de capital, aversión al riesgo de los inversores, depreciaciones de los tipos de cambio, presiones inflacionistas mundiales y la disminución de la demanda global dejan poco margen en estas economías para corregir el rumbo.
Como declaró la Secretaria General de la UNCTAD, Rebeca Grynspan, "en el inestable mundo actual, una mayor cooperación regional podría ofrecer un respaldo contra los choques imprevistos y ayudar a explotar nuevas fuentes de crecimiento económico”
Dicha opción lleva tiempo, pero como se muestra en el Informe, la simulación empírica de un escenario macroeconómico mundial basado en tal cooperación puede aportar mejoras tangibles para la región de América Latina y el Caribe.