El rápido crecimiento de la IA podría profundizar las brechas globales, ya que su desarrollo sigue concentrado en un pequeño número de economías avanzadas y grandes empresas.
La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo rápidamente en la tecnología más influyente de nuestra era. Un nuevo informe de ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD) proyecta que el mercado mundial de la IA pasará de 189 mil millones de dólares en 2023 a 4,8 billones en 2033, un incremento de 25 veces en apenas una década.
Hasta 2033, la IA podría cuadruplicar su parte del mercado global de tecnologías de frontera – del 7% al 29% – consolidándose como la fuerza dominante del sector.
Pero este crecimiento acelerado podría acentuar las desigualdades globales. El desarrollo de la IA está altamente concentrado, y las economías grandes y avanzadas se benefician de una base de talento más amplia y con mayores competencias.
En 2022, solo 100 empresas – principalmente en Estados Unidos y China –representaban el 40% del gasto mundial en investigación y desarrollo (I+D). En conjunto, estos dos países detienen el 60% de todas las patentes en IA y generan un tercio de las publicaciones científicas sobre el tema.
IA y empleo: un impacto mundial
La IA ya está transformando múltiples industrias, desde la creación de contenidos y el diseño de productos hasta la programación automatizada y la atención al cliente.
A escala mundial, podría afectar hasta al 40% de los empleos, con hasta un tercio de los puestos de trabajo en las economías avanzadas en riesgo de automatización. Sin embargo, el mercado laboral en estas mismas economías también está mejor posicionado para aprovechar el potencial de la Al: el 27 % de sus empleos podrían mejorar la productividad, complementando las capacidades humanas.
Los países en desarrollo deben acelerar la adopción de estrategias nacionales
Para competir en un mundo impulsado por la IA, los países en desarrollo deben replantear sus políticas industriales, priorizando la tecnología, la innovación y los servicios intensivos en conocimiento.
También deben avanzar en la formulación de estrategias nacionales de IA. En 2023, dos tercios de las economías desarrolladas contaban con una estrategia, frente a apenas el 30 % de los países en desarrollo (excluidos los países menos adelantados). Entre estos últimos, solo el 12 % había adoptado una estrategia nacional.
Según el informe, dichas estrategias deben centrarse en los tres pilares fundamentales de la IA: infraestructuras, datos y competencias. Las prioridades incluyen:
- Modernizar las infraestructuras para garantizar un acceso equitativo a la electricidad, internet y capacidad informática.
- Promover los datos abiertos y el intercambio de información para mejorar el almacenamiento, el acceso y la colaboración.
- Fomentar las competencias necesarias en toda la población, integrando las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), junto con la IA, en la educación desde las primeras etapas hasta el aprendizaje a lo largo de la vida. El futuro de la IA requiere cooperación mundial
La IA no tiene fronteras, pero su gobernanza está fragmentada y dominada por un reducido grupo de países ricos. Solo los miembros del G7 participan en todas las principales iniciativas internacionales sobre gobernanza de la IA, mientras que 118 países – la mayoría en desarrollo – no están involucrados en ninguna.
Esta exclusión resulta preocupante. Aunque la reglamentación nacional es importante, se necesita una cooperación internacional más inclusiva para asegurar que la IA sirva al interés público.
El panorama actual de la IA está dominado por gigantes tecnológicos multinacionales. Apple, Nvidia y Microsoft tienen cada una valoración de mercado cercana a los 3 billones de dólares, una cifra comparable al producto interior bruto de todo el continente africano.
El Informe sobre Tecnología e Innovación 2025 hace un llamado a una gobernanza de la IA centrada en las personas, e insta a una cooperación multilateral que alinee su producción y uso con los objetivos de desarrollo y garantice una distribución amplia de sus beneficios.
Una cooperación internacional más sólida puede asegurar que la IA impulse un progreso inclusivo, en lugar de ampliar desigualdades existentes.