La crisis socioeconómica palestina llega al límite, advierte un informe de la UNCTAD
El pulso fiscal con Israel podría hundir las finanzas palestinas
La degradación del medio ambiente supone una carga para la sanidad palestina
En Palestina el sufrimiento se agrava a medida que se sigue deteriorando la economía, y los crecientes niveles de pobreza y la degradación ambiental generan un costo inmenso, según el último informe de la UNCTAD sobre la asistencia que presta al pueblo palestino.
En 2018 y a comienzos de 2019, la economía palestina se estancó, el ingreso per capita disminuyó otro 1,7 %, el desempleo creció, la pobreza se agravó y el costo ambiental de la ocupación aumentó en el territorio palestino ocupado (Gaza y Ribera Occidental, incluida Jerusalén Oriental).
A corto plazo, las perspectivas económicas de Palestina resultan aún más sombrías y no hay signos de que se vaya a invertir pronto la tendencia negativa de los principales motores del crecimiento económico, advierte el informe.
Aproximadamente, uno de cada tres palestinos que están en el mercado de trabajo no encuentra empleo. En Gaza, la tasa de desempleo supera el 50 %, mientras que el nivel de pobreza ha alcanzado el 53 %, si bien la mayor parte de las personas clasificadas como pobres reciben ayudas públicas y de las organizaciones internacionales.
La vida en Gaza se está volviendo imposible, debido al empeoramiento de las duras condiciones socioeconómicas. En 2018, la economía local se contrajo un 7 %, provocando una reducción del 10 % de su ingreso per capita.
Causas del colapso económico en ciernes
Según el informe, las causas de que la economía palestina esté a punto de colapsar son la expansión y la creciente presión de la ocupación, la asfixia de la economía local de Gaza, la caída de un 6 % del apoyo de los donantes entre 2017 y 2018, el deterioro de las condiciones de seguridad y la falta de confianza ante unas perspectivas políticas poco prometedoras.
Si bien la ocupación restringe la actividad de todos los sectores, su impacto es mucho mayor en los sectores agrícola y manufacturero, y el enorme déficit comercial que de ello resulta afecta al crecimiento económico.
Entre 1994 y 2018, la participación de la industria manufacturera en la economía cayó del 20 % al 11 % del producto interno bruto (PIB), mientras que la participación de la agricultura y la pesca cayó de más del 12 % a menos de un mísero 3 %, según el informe.
La viabilidad y la competitividad de los productores palestinos se ven mermadas por un sistema de múltiples niveles de restricciones físicas y administrativas implantado por la potencia ocupante.
Solo en la Ribera Occidental, hay 705 obstáculos físicos permanentes, incluidos puestos de control, puertas de acceso, montículos de tierra, cortes de carretera y zanjas, que restringen la circulación de los trabajadores y los productos palestinos.
Además, la economía se ve debilitada por la prohibición israelí de importar una larga lista de productos tecnológicos e intermedios esenciales, así como otros insumos de producción indispensables “de doble uso” (a saber, productos civiles que en opinión de Israel pueden tener aplicaciones militares).
Aislados de los mercados internacionales
El informe señala que la ocupación aísla al pueblo palestino de los mercados internacionales, haciendo que comercial y económicamente dependa de manera abrumadora de Israel, que recibe el 80 % de las exportaciones y suministra el 58 % de las importaciones palestinas.
El pequeño mercado palestino ocupa el cuarto lugar entre los principales mercados de exportación de Israel, directamente detrás de los Estados Unidos, China y el Reino Unido, aunque por delante de gigantes comerciales como Alemania, Francia y la India. El déficit comercial con Israel es superior al valor de la totalidad de las exportaciones palestinas.
En cuanto al costo económico de la ocupación, el informe de la UNCTAD sugiere que la ocupación ha impedido al pueblo palestino explotar sus recursos de petróleo y gas en Gaza y la Ribera Occidental.
Las consiguientes pérdidas acumuladas se cifran en miles de millones de dólares y el costo de oportunidad asociado al desarrollo perdido es descomunal. Cuanto más tiempo persista esta situación, mayores serán este costo y los costos económicos que entraña la ocupación para el pueblo palestino.
Las múltiples crisis fiscales agravan el declive económico
Al deterioro sin precedentes de las condiciones socioeconómicas, se añadió, en julio de 2018, la aprobación por Israel de una ley que dispone que se deduzca de los ingresos fiscales palestinos recaudados por Israel una cantidad equivalente a los pagos efectuados por las autoridades palestinas a las familias de los mártires y de los presos palestinos encarcelados en Israel.
En consecuencia, en 2019, Israel comenzó a deducir 11,5 millones de dólares mensuales (es decir, 138 millones de dólares anuales) de los ingresos fiscales palestinos recaudados. Las autoridades palestinas se negaron a recibir un pago parcial y reclamaron la totalidad de los ingresos fiscales que se les adeudaban.
Ese pulso fiscal priva a las autoridades palestinas del 65 % de sus ingresos (el 15 % del PIB). A falta de dos tercios de sus ingresos fiscales, estas optaron por aplicar dolorosos recortes a la asistencia social destinada a los más necesitados y por pagar a los empleados públicos solo el 50 % de los salarios.
La crisis fiscal amplificará el impacto negativo, ya grande, que tiene la disminución del apoyo de los donantes en la producción, el empleo y las condiciones socioeconómicas. Si persiste el pulso fiscal, es probable que conduzca a una recesión económica y precipite el colapso de las finanzas palestinas, advierte el informe.
Costos ambientales de la ocupación
A pesar de las diversas resoluciones aprobadas por las Naciones Unidas, en la Ribera Occidental se aceleró la construcción de los asentamientos ilegales israelíes y en 2018 se registró el mayor número de actos violentos de colonos desde 2014.
La violencia compele a los palestinos a abandonar su patria e instalarse en otros lugares. Israel también utiliza la Ribera Occidental como “zona de sacrificio” a la que traslada los residuos tóxicos generados en Israel, lo que constituye una amenaza para la salud del pueblo palestino y la integridad de su medio ambiente y sus recursos naturales.
Entretanto, en Gaza, la destrucción y el deterioro de la infraestructura de saneamiento han provocado la degradación del medio ambiente.
Cada día, se vierten al mar Mediterráneo más de 100 millones de litros de aguas residuales sin tratar que provocan una extensa contaminación de las playas, hasta cuatro veces superior a los límites previstos en las normas ambientales internacionales.
Esta contaminación plantea graves peligros para la salud pública, socava la economía pesquera y priva a la población de unas de las pocas actividades recreativas asequibles que brinda el mar.
“La comunidad internacional debería esforzarse más por promover prácticas industriales responsables y sostenibles en Palestina y por proteger la salud pública del pueblo palestino”, dijo Mukhisa Kituyi, Secretario General de la UNCTAD.
El informe recomienda que se invierta la tendencia a la reducción del apoyo de los donantes al pueblo palestino y que se lleven a cabo nuevos estudios para determinar los derechos económicos y de propiedad e identificar la parte correspondiente a Palestina de los recursos de petróleo y gas compartidos por varios Estados vecinos en la región.
Las Naciones Unidas siguen trabajando para lograr la creación de un Estado palestino independiente, democrático, contiguo y viable, que coexista en paz con todos sus vecinos, de conformidad con las resoluciones aprobadas por las Naciones Unidas.