La deuda pública puede ser vital para el desarrollo.
Los gobiernos la utilizan para financiar sus gastos, proteger e invertir en su población y abrir caminos hacia un futuro mejor.
Sin embargo, también puede convertirse en una pesada carga cuando la deuda pública crece demasiado o demasiado rápido.
Esto es lo que está sucediendo hoy en día en los países en desarrollo. La deuda pública ha alcanzado niveles colosales, en gran parte debido a dos factores.
Las necesidades de financiamiento se han disparado debido a los esfuerzos de los países por protegerse del impacto de crisis en cascada. Entre ellas, la pandemia del COVID-19, la crisis del coste de la vida y el cambio climático.
Una arquitectura financiera internacional desigual hace que el acceso de los países en desarrollo a la financiación sea inadecuado y costoso.
El peso de la deuda arrastra al desarrollo. La deuda se ha convertido en una carga considerable para los países en desarrollo debido al acceso limitado a la financiación, el aumento de los costos de los préstamos, las devaluaciones monetarias y la falta de crecimiento. Estos factores comprometen su capacidad para reaccionar ante emergencias, enfrentar el cambio climático e invertir en su población y su futuro.
Los países se enfrentan a la disyuntiva imposible de pagar su deuda o atender a su población. En la actualidad, 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en el pago de intereses que en educación o salud. Un mundo endeudado perturba la prosperidad de las personas y del planeta.
Esto debe cambiar
Las Naciones Unidas tienen una hoja de ruta de acciones multilaterales para hacer frente a la carga de la deuda mundial y lograr un desarrollo sostenible. La implementación de estas medidas es crucial para liberar los recursos necesarios para construir un mundo más próspero, inclusivo y sostenible.