Se están realizando esfuerzos conjuntos para ayudar a América Latina a profundizar en las políticas industriales verdes, construir una agenda regional compartida y establecer mecanismos de gobernanza para sostener la transformación económica.

© Secretaría de Economía, México| La Secretaria General, Rebeca Grynspan, intervino en un acto celebrado en Ciudad de México el 26 de mayo, en el que instó a una mayor integración económica en América Latina.
Haciendo un llamamiento a una nueva era de integración latinoamericana, la Secretaria General de ONU Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), Rebeca Grynspan, presentó el proyecto “Integración y política industrial para el cambio transformacional y la resiliencia en América Latina” en un evento celebrado en Ciudad de México el 26 de mayo, en el que instó a los líderes a pasar de las palabras a los hechos.
La jefa de ONU Comercio y Desarrollo estuvo acompañada por el Secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, el Vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin, y el Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, José Manuel Salazar-Xirinachs.
En su discurso, la Secretaria General Grynspan dijo que la región debe dejar de esperar el modelo ideal de integración y, en su lugar, empezar a construir lazos económicos que reflejen las realidades globales de hoy.
“El comercio se ha convertido en la gramática de la prosperidad global”, afirmó Grynspan, pero en América Latina “Seguimos siendo aquél "continente archipiélago": países próximos geográficamente, pero distantes económicamente”.
Citando un cambio histórico en la dinámica del comercio mundial -en el que el comercio Sur-Sur coincide ahora con el Norte-Norte y se espera que el 70% del futuro crecimiento mundial proceda de las economías en desarrollo, también conocidas como el Sur Global-, la Secretaria General Grynspan subrayó la necesidad de que América Latina adopte un regionalismo abierto. Señaló a la Unión Africana, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático e incluso el Acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá como modelos para reforzar el comercio intrarregional y competir en el exterior.
En la actualidad, sólo el 16% del comercio latinoamericano es intrarregional, una oportunidad perdida, dado que dicho comercio tiende a ser tecnológicamente más avanzado y más diversificado.
También destacó la importancia de desarrollar cadenas de suministro regionales, señalando que “la estabilidad se construye desde la proximidad” en un mundo cada vez más marcado por las tensiones geopolíticas.
La transición energética verde de América Latina es clave
El nuevo proyecto pretende profundizar en las políticas industriales verdes y aumentar la resiliencia aprovechando los activos naturales y humanos de la región.
América Latina tiene una matriz energética verde y abundancia de minerales de importancia crítica para la transición energética. La región posee más de la mitad de las reservas mundiales de litio y un tercio del cobre del mundo.
“No es difícil imaginarse un ecosistema donde el litio boliviano se procesa con tecnología chilena, se incorpora en baterías brasileñas, y se integra en carros eléctricos mexicanos”, afirmó Grynspan.
Sin embargo, hay retos en el horizonte, como el peligro de repetir la historia de las economías de enclave dependientes de los recursos.
A través del proyecto, ONU Comercio y Desarrollo ayudará a los responsables políticos a desarrollar un enfoque político estratégico para aprovechar al máximo el potencial verde de América Latina. La diversificación económica debe ser un pilar central de este enfoque.
Ello implica, en primer lugar, identificar los sectores más prometedores para diversificar basándose en criterios de desarrollo nacionales definidos y en los mercados y las tendencias tecnológicas mundiales. Igualmente crucial es desplegar instrumentos políticos adecuados: políticas industriales, comerciales, de inversión, de infraestructuras, medioambientales y tecnológicas para facilitar la transición.
Un enfoque regional y unos esfuerzos proactivos de cooperación Sur-Sur son también fundamentales para promover y apoyar una transformación económica sostenible. Los países latinoamericanos con diferentes puntos fuertes, desde la riqueza mineral hasta la experiencia en fabricación, pueden explorar oportunidades para desarrollar un ecosistema industrial regional en torno a las tecnologías con bajas emisiones de carbono.