Los flujos de inversión hacia la región alcanzaron 134 mil millones de dólares el año pasado, frente a los 88 mil millones de dólares de 2020. Sólo unas pocas economías sufrieron nuevos descensos a raíz de la pandemia del COVID-19.
La inversión extranjera directa (IED) en América Latina y el Caribe se ha recuperado de la caída inducida por la pandemia y ha crecido un 56% hasta alcanzar los 134 mil millones de dólares en 2021, según el Informe sobre las inversiones en el mundo 2022 de la UNCTAD, publicado el 9 de junio.
Los flujos de IED hacia la región se habían desplomado un 45% en 2020, el mayor declive registrado en las regiones en desarrollo ese año.
El repunte en 2021 se vio impulsado por un número récord de 317 proyectos nuevos anunciados en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones en toda la región, lo que supone un aumento del 61% en comparación con 2020.
"El crecimiento también fue fuerte en las industrias tradicionales, como la fabricación de automóviles, la electricidad y los servicios financieros y de seguros, así como en las industrias extractivas", dijo James Zhan, director de la División de inversión y empresas de la UNCTAD.
Aunque los flujos de IED aumentaron en las tres subregiones de América Latina y el Caribe (excluyendo los centros financieros), algunas economías nacionales sufrieron nuevos descensos debido a los continuos efectos económicos de la pandemia y, en algunos casos, a la inestabilidad política.
Entradas de IED en América Latina y el Caribe, 2020-2021
(mil millones de dólares)
Fuente: Informe sobre las inversiones en el mundo 2022 de la UNCTAD
América del Sur vio crecer la IED en un 74%, hasta los 88 mil millones de dólares
La mayor demanda mundial de materias primas y minerales verdes contribuyó a impulsar el fuerte crecimiento de la IED en las economías sudamericanas.
Según el informe, los principales países receptores, incluidos Brasil, Chile y Colombia, vieron aumentar la IED a medida que la inversión volvió a fluir hacia los sectores de la minería y la energía.
La mayor economía de Sudamérica, Brasil, vio crecer la IED total en un 78%, hasta los 50 mil millones de dólares. Entre los sectores que se beneficiaron están la agroindustria, la fabricación de automóviles, la electrónica, la tecnología de la información y los servicios financieros.
El valor de los proyectos de IED en nuevas instalaciones anunciados en el país aumentó un 35%, mientras que el número de acuerdos de financiación de proyectos internacionales aumentó un 32%.
Uno de los mayores proyectos de IED nuevos anunciados fue el de Bravo Motor, con sede en EE.UU., de 4.400 millones de dólares, para fabricar vehículos eléctricos, baterías y otros componentes en Brasil.
Entre las operaciones de financiación de proyectos internacionales, la mayor fue la construcción de un parque eólico marino por 5.900 millones de dólares, patrocinado por Ocean Winds, un proveedor de energía con sede en España.
Los flujos de IED hacia Chile aumentaron un 32%, hasta los 13 mil millones de dólares, sostenidos por varias grandes adquisiciones y un renovado interés por los proyectos mineros.
El número de acuerdos internacionales de financiación de proyectos en el país aumentó un 80%. Uno de los más importantes es la construcción de una planta de amoníaco de 3.000 millones de dólares por un grupo de inversores, entre los que se encuentran Copenhagen Infrastructure Partners (Dinamarca), Austria Energy Group y Oko Wind Erneuerbare Energieerzeugungs (Austria). La planta tendrá su propio parque eólico en tierra, electrolizadores e instalaciones portuarias.
En Colombia la inversión extranjera creció un 26%, hasta los 9 mil millones de dólares, impulsada por las entradas en el sector manufacturero y en los servicios de transporte, logística y comunicaciones. Mientras tanto, los flujos hacia Argentina y Perú se recuperaron hasta los niveles anteriores a la pandemia.
Las entradas de IED en Centroamérica repuntan un 30% hasta los 42 mil millones de dólares
La mayor economía de Centroamérica, México, registró un aumento de la IED de sólo el 13%, hasta los 32 mil millones de dólares, lo que la convierte en el segundo mayor receptor de la subregión, por detrás de Brasil.
Sin embargo, el número de proyectos de IED en nuevas instalaciones anunciados en el país -un indicador de los planes de inversión futuros- aumentaron un 43% con respecto a 2020.
El mayor salto se produjo en las tecnologías de la información y la comunicación. El gigante chino Huawei, por ejemplo, anunció que abriría un centro de datos en la nube de 4.500 millones de dólares en México.
Los flujos de IED hacia Costa Rica volvieron a los niveles anteriores a la pandemia, casi duplicándose hasta los 3.200 millones de dólares con nuevas inversiones en zonas económicas especiales.
En Guatemala, la IED alcanzó un nivel récord de 3.500 millones de dólares.
La IED en el Caribe aumentó un 39% hasta los 3.800 millones de dólares
El repunte de la IED en las economías caribeñas estuvo impulsado principalmente por el crecimiento de los flujos de inversión hacia la República Dominicana, el mayor receptor de inversión extranjera de la subregión.
El país insular vio aumentar su IED en un 21%, hasta los 3.100 millones de dólares. Los flujos aumentaron en minería, servicios financieros y zonas económicas especiales.
Principales tendencias de la IED por sectores en la región
En la región de América Latina y el Caribe se produjo un aumento general de las fusiones y adquisiciones transfronterizas. Aunque el número aumentó un 49%, hasta 244 operaciones, el valor total de las ventas netas (8 mil millones de dólares) prácticamente no varió con respecto al año anterior.
El sector de los servicios registró el mayor aumento de las ventas netas, un 12%, hasta los 6.400 millones de dólares, principalmente en las industrias financiera y de suministro de energía.
Las inversiones anunciadas en la región aumentaron un 16%, y la mayoría de los compromisos se destinaron a las industrias del automóvil, la información y la comunicación, y las industrias extractivas.
El valor de los acuerdos de financiación de proyectos internacionales anunciados en la región se duplicó, superando los niveles anteriores a la pandemia. Los grandes proyectos de infraestructuras de transporte, especialmente en Brasil, y las actividades mineras y de energías renovables en toda la región fueron los que más contribuyeron a ello.