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Un emprendimiento jamaiquino muestra el potencial de los sustitutos del plástico

17 junio 2021

BAMBUSA ya ha reemplazado más de 5 millones de pajitas de plástico por una versión sostenible de bambú y ahora está aprovechando las cáscaras de coco de la isla para transformarlas en utensilios de cocina sostenibles.

Plastic pollution
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Plastic straws take up to 200 years to decompose. © Karolciesluk

La idea que inspiró a una empresa Jamaiquina que produce alternativas sostenibles de productos de plástico de uso cotidiano, se plantó durante una de las últimas conversaciones de Tricia Williamson con su abuelo.

"¿Qué usabas antes de las pajillas de plástico, Dada?" Ella le preguntó, mientras paseaban por la granja familiar.

"Bambú", respondió él con una sonrisa, mientras el sol se ponía sobre las exuberantes colinas verdes de la isla.

Esto ocurrió en noviembre del 2017. Un año después, BAMBUSA, que lleva el nombre del principal cultivo de bambú en la isla, se registró como empresa y como marca internacional.

Beber de forma sostenible

Bamboo straws
© BAMBUSA

En el plazo de un año, la empresa, empezó en funcionamiento con la propia inversión de Williamson, quién vendió más de 15.000 de sus distintivas pajillas de bambú grabadas con láser - reemplazando alrededor de 5 millones de pajillas de plástico que probablemente habrían terminado ensuciando las calles y las cristalinas playas de Jamaica.

"Decidí centrarme primero en las pajillas porque se usan en todas partes y para toda ocasión," dijo Williamson. "Quería que la gente pudiera ‘beber de forma sostenible' en los cumpleaños, las bodas, los aniversarios, las despedidas de la oficina... siempre que hubiera un motivo de celebración."

Según las investigaciones de la empresa, cada pajilla BAMBUSA sustituye en promedio, a 360 pajillas de plástico.

"El bambú es un sustituto ideal del plástico," dice David Vivas Eugui, funcionario jurídico de la UNCTAD que trabaja en asuntos medioambientales. "Crece rápidamente, absorbe grandes cantidades de CO2 y se biodegrada en sólo un par de años. En cambio, las pajillas de plástico tardan hasta 200 años en descomponerse.

8 millones de toneladas de plástico

Más de 8 millones de toneladas de plástico se acumulan en nuestro océano cada año, perjudicando a los frágiles ecosistemas marinos y a la fauna silvestre, así como las tortugas y otros mamíferos.

Los hogares Jamaiquinos generan unas 800.000 toneladas de residuos residenciales al año, que según estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El 15% de estos residuos son de plástico.

El éxito de BAMBUSA en Jamaica fue destacado durante una reciente reunión sobre la promoción de sustitutos y alternativas al plástico en el Caribe, organizada por la UNCTAD y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), una organización regional intergubernamental.

La reunión se basó en un análisis de la UNCTAD presentado en junio del 2020 al comité de comercio y medio ambiente de la Organización Mundial del Comercio, en el que se destacaba cómo la política comercial e industrial podría ayudar a aumentar la producción de sustitutos del plástico, incluyendo productos naturales, fibras y residuos agrícolas.

Una mano amiga

Alrededor del 80% de los productos de BAMBUSA se venden en la isla y el resto lo compran Jamaiquinos que viven en Estados Unidos y Canadá.

"El ejemplo de BAMBUSA es un ejemplo concreto de cómo las empresas locales pueden ofrecer soluciones viables a la emergencia mundial del plástico", dice Vivas Eugui.

"Pero necesitan la ayuda de sus gobiernos y de las agencias de exportación para aumentar la producción y las ventas".

Para Williamson, esto se reflejó en la adopción de la ley que prohíbe los plásticos de un solo uso que el gobierno de Jamaica inició el 1 de enero del 2019. La fase final, donde se aplica a las pajillas desechables, ha comenzado este año.

"Sabía que muchos de los jamaiquinos estaban preocupados por los plásticos y estaban dispuestos a comprar alternativas sostenibles," dijo ella. "Pero los productos de plástico son tan prácticos."

"Sin la prohibición del gobierno, nuestras pajillas de bambú no habrían tenido un éxito tan inmediato," añade.

Vivas Eugui está de acuerdo: "Este tipo de prohibiciones crean importantes incentivos para el desarrollo de industrias alternativas a las del plástico en el mercado."

El problema clave, dice él, es el precio. El plástico es barato, y los productos alternativos tendrán dificultades para competir.

"Las prohibiciones gubernamentales u otras regulaciones son necesarias en este caso para crear las oportunidades de mercado adecuadas", dice Vivas Eugui.

Pero, añade, no basta con prohibir los plásticos. "Las empresas locales tienen que estar preparadas para satisfacer la nueva demanda, lo que no siempre ocurre".

Antes de la prohibición del plástico, Williamson, quién estudió bioquímica y trabajó como agente de marketing digital, había pasado dos años investigando el mercado potencial y estableciendo las relaciones necesarias con los proveedores locales e internacionales de bambú para asegurar un producto de alta calidad.

Esto resultó decisivo para convencer a sus primeros grandes clientes -ministerios gubernamentales, empresas privadas, bancos y la empresa nacional de energía-, que esperaban un suministro fiable de productos de alta calidad.

Más allá de las pajillas

Tras el éxito inicial de la pajilla de bambú, Williamson siguió buscando la forma de sustituir los productos de plástico por alternativas sostenibles.

El plan de negocio de BAMBUSA siempre fue más allá de las pajillas, dijo ella. Pero la diversificación de los productos se convirtió en algo fundamental cuando el COVID-19 devastó el sector turístico local y regional, cancelando los viajes y eventos corporativos en todo el Caribe.

"Las ventas de nuestras pajillas de bambú, que son esenciales para los viajes y excelentes regalos para eventos corporativos, pasaron de la cima de las Montañas Azules al fondo del mar", dijo ella, refiriéndose a la cordillera más larga de Jamaica, situada en el este de la isla y que se eleva 2.256 metros sobre el mar.

Antes de la pandemia, las pajillas de bambú grabadas con láser representaban el 98% de las ventas de BAMBUSA. A finales de 2020, esa cifra se había reducido al 5%.

"Por suerte, habíamos iniciado el proceso de diversificación antes de que la crisis llegara y pudimos avanzar rápidamente", dice Williamson, añadiendo que la empresa produce ahora más de 30 productos, todos ellos fabricados en la isla.

Tazones de cáscara de coco

Coconut shells
© BAMBUSA

La última incorporación a los productos naturales de BAMBUSA son los tazones y las velas hechas con cáscaras de coco desechadas.

Después de extraer el aceite de coco, cuya demanda mundial se ha disparado, la mayoría de los agricultores de la isla desechan las cáscaras sobrantes o las queman como combustible, liberando el dañino dióxido de carbono y gas metano en el proceso.

La investigación de Williamson reveló que millones de cáscaras de coco se desperdician en la isla.

"Estuve visitando una granja local y no podía creer lo que veían mis ojos", dice ella. "Había montañas de cáscaras allí, listas para tener una nueva vida".

Espera volver a hacer de los tazones de cáscaras de coco un elemento básico en los hogares jamaiquinos, a pesar de las dudas de su abuela.

"Mi abuela, de 82 años, recuerda 'aquella época difícil cuando ella era joven y hacía sus propios tazones de cascaras de coco' y, comprensiblemente, no está entusiasmada con la idea de volver a esa situación," dice Williamson.

"Sin embargo, a mi abuela le encantan nuestros tazones de coco y sabe que la comodidad del plástico no vale el precio medioambiental".

"Ella se alegra de que las generaciones más jóvenes estén realmente adoptando la idea o volviendo a los productos sostenibles arraigados en nuestra propia cultura," añade.

La madera sobrante de los proyectos de construcción o de la fabricación de muebles en la isla también está proporcionando un gran material para algunas de las colecciones de la empresa, como tableros fotográficos y cajas de regalo, lo que contribuye a que BAMBUSA garantice la sostenibilidad de toda su cadena de valor.

Mirando al mar Caribe, Williamson ve un futuro brillante y sustentable, que se inspira en materiales locales cuyo valor se olvidó demasiado rápido a raíz de la creación del plástico barato.