La jefa de ONU Comercio y Desarrollo pide la colaboración del Grupo de los 20 para salvaguardar el crecimiento mundial y la prosperidad compartida.

© UNCTAD Photo | La Secretaria General de ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Rebeca Grynspan, interviene en la Reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales del G20 celebrada los días 26 y 27 de febrero en Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
La cooperación económica del G20 es más vital que nunca en un mundo de bajo crecimiento, deuda disparada, gran incertidumbre, comercio débil y escasa confianza.
Formado por las principales economías del mundo, el G20 representa el 85% del PIB mundial, el 75% del comercio internacional y dos tercios de la población mundial.
“El mayor riesgo para el crecimiento es nuestra incapacidad para imaginar un futuro común”, afirma Rebeca Grynspan, Secretaria General de ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD), ante los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 reunidos en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) los días 26 y 27 de febrero.
En el orden del día de la reunión figura la 4ª Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo que la ONU convocará en julio de 2025.
Hacer que la financiación y el desarrollo se refuercen mutuamente
En el mejor de los casos, la financiación y el desarrollo pueden beneficiarse mutuamente, creando un círculo virtuoso que desarrolle la capacidad productiva, genere empleo y estimule el crecimiento.
Pero este ciclo está actualmente roto en medio de la incertidumbre económica mundial, advierte Grynspan en su intervención.
Según un análisis de ONU Comercio y Desarrollo, la inversión extranjera directa mundial registró una caída del 8% en 2024, mientras que las inversiones en sectores cruciales para el desarrollo sostenible disminuyeron un 11%.
Reformar los sistemas financieros mundiales
En un renovado impulso a las reformas de la arquitectura financiera internacional, la Secretaria General Grynspan pide que se apoye a los bancos multilaterales de desarrollo para que multipliquen los préstamos actuales, acudiendo a la inversión privada y dándoles acceso a los derechos especiales de giro (DEG). Estos derechos son un activo de reserva internacional del Dondo Monetario Internacional (FMI) que refuerza la liquidez de los países.
Esto supondrá una solución estructural y multilateral a la reestructuración de la deuda, situando al mismo tiempo el papel del FMI y los DEG en el centro de la red de seguridad financiera mundial.
Igualmente importante es reformar el marco común del G20 sobre reestructuración y alivio de la deuda, permitiendo a los países de renta media ofrecer moratorias de la deuda y garantizar la participación del sector privado.
“Nuestra arquitectura financiera internacional debe adaptarse a los retos que se plantean. Pero al hacerlo debemos evitar la fragmentación, abrazar la renovación e infundir un sentido de urgencia a la acción”, afirma Grynspan.
Apuntalar la financiación sostenible
En cuanto a las finanzas sostenibles, en las que las decisiones de inversión incorporan consideraciones medioambientales, sociales y de gobernanza, Grynspan pide que se actualicen los acuerdos internacionales de inversión para ayudar a los países a movilizar sus instrumentos políticos en favor de la acción por el clima.
La jefa de ONU Comercio y Desarrollo también reitera la necesidad de atajar el “lavado verde (greenwashing)”, en el que las afirmaciones engañosas sobre sostenibilidad están afectando cada vez más a la demanda de los inversores y obstaculizando la afluencia al mercado de fondos sostenibles.
“La cuestión ahora no es si podemos permitirnos una inversión sostenible, sino si podemos permitirnos su ausencia”, concluye Grynspan.