Los productos agrícolas, energéticos y mineros constituyen la base del comercio mundial, pero una dependencia excesiva puede dejar una economía vulnerable y una población en situación de pobreza, sobre todo en los países en desarrollo.
Las materias primas, desde los cereales en nuestras comidas hasta el algodón en nuestra ropa y el cobre en nuestros dispositivos electrónicos, son la base del comercio mundial.
Cuando estas materias primas representan el 60% o más de los ingresos por exportación de mercancías de un país, se considera que éste es "dependiente de los productos básicos". Aunque esta dependencia es una preocupación mundial, afecta sobre todo a los países en desarrollo.
Solo el 13% de las economías avanzadas, como Australia y Noruega, figuran en la lista, en contraste al alarmante 85% de los países menos desarrollados, según el último informe de la UNCTAD sobre el estado de la dependencia de los productos básicos.
De los 195 países miembros de la organización, 95 se clasifican como países en desarrollo dependientes de los productos básicos.
Durante más de medio siglo, la UNCTAD ha otorgado un lugar central a la dependencia de los productos básicos en su trabajo, publicando informes periódicos y organizando una conferencia anual con responsables políticos y expertos de los sectores de los productos básicos.
Aquí hay cinco cosas que necesitas saber sobre la dependencia de los productos básicos y sus implicaciones para el desarrollo.
1. Está vinculada a un menor bienestar humano
La dependencia de los productos básicos suele ir mano a mano con el subdesarrollo, como muestra el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En 2021, 29 de los 32 países con puntuaciones bajas en el IDH dependían de los productos básicos. En promedio, los productos básicos representaban el 82% de las exportaciones de estos países con IDH bajo.
Asimismo, la dependencia de los productos básicos se observa normalmente en países donde el acceso a servicios públicos fundamentales es limitado. Por ejemplo, en 2020, los 20 países con menor proporción de la población con acceso a la electricidad eran dependientes de los productos básicos. Éstos representaban de media el 82% de las exportaciones de estos países con IDH bajo.
2. Afecta los resultados económicos y expone a los países a las crisis
Los países dependientes de los productos básicos se enfrentan a menudo a problemas como la baja productividad, la volatilidad de los ingresos, tasas de cambio sobrevaloradas y una mayor inestabilidad económica y política.
El descubrimiento de grandes yacimientos de recursos naturales puede desencadenar una afluencia de divisas, fortaleciendo la moneda nacional hasta un nivel que dificulta la competitividad de los sectores tradicionales. Esto, a su vez, empuja a la economía más hacia las materias primas.
La dependencia puede dejar a una economía muy expuesta a las crisis, como la pandemia del COVID-19, y las fluctuaciones de los precios en los mercados internacionales.
Los países que dependen de unos pocos productos básicos o incluso de uno solo -como la dependencia del cobre en Zambia o del petróleo en Irak- son aún más vulnerables. Una caída de los precios de los productos básicos puede reducir drásticamente los ingresos de exportación, lo que provoca problemas como la reducción de las inversiones públicas, la devaluación de la moneda, el aumento de la deuda pública y un mayor riesgo de insolvencia.
La caída de los precios de los productos básicos afecta a los hogares, especialmente a los que dependen de productos agrícolas como el café, el algodón, el té y el cacao para sus empleos e ingresos. Asimismo, las condiciones macroeconómicas negativas dificultan la rentabilidad de las empresas y, en consecuencia, su contribución a los resultados económicos generales del país.
Además, la competición por el control de las ganancias de estos recursos naturales ha desencadenado guerras civiles en muchos países en desarrollo dependientes de los productos básicos.
3. Vuelve a los países más vulnerables al cambio climático
Más del 60% de los pequeños Estados insulares en desarrollo del mundo -los cuales se encuentran en el frente de la crisis climática- dependen de los productos básicos.
Los países en desarrollo dependientes de los productos básicos representan un asombroso 95% de los 20 países más vulnerables al cambio climático, lo que amplifica sus retos económicos y sociales.
El aumento de las temperaturas amenaza el crecimiento económico al reducir el rendimiento agrícola, disminuir la acumulación de capital, disminuir la productividad de los trabajadores y perjudicar la salud de las personas.
Si el cambio climático continúa sin control, de aquí a 2100 un país típico de bajos ingresos podría sufrir pérdidas económicas equivalentes al 100% de su producto interior bruto (PIB) actual.
Además, los esfuerzos mundiales para avanzar hacia las energías renovables podrían plantear problemas a los países en desarrollo que dependen de las exportaciones de combustibles fósiles.
Para limitar el calentamiento global a 2 °C, es necesario que vastas reservas -hasta un tercio del petróleo mundial, la mitad del gas natural y el 80% del carbón- han de permanecer sin explotar.
Como consecuencia, algunos de estos países podrían ver disminuir sus ingresos a medida que sus recursos naturales se conviertan en recursos abandonados en una economía mundial más ecológica.
4. Es difícil pero no imposible de superar
La dependencia de los productos básicos suele ser un estado persistente que condiciona el futuro de un país.
Las estimaciones muestran que, en las condiciones actuales, el país medio dependiente de los productos básicos necesitaría 190 años sólo para reducir la mitad de su dependencia en comparación con otras naciones no dependientes.
Pero las historias de éxito demuestran que liberarse es posible y ofrecen estrategias a seguir. Por ejemplo, Costa Rica ha pasado de comercializar principalmente plátanos y café a exportar servicios e instrumentos médicos. Malasia, por su parte, ha pasado de producir caucho y estaño a fabricar productos electrónicos.
Ambos países demuestran que el sector manufacturero puede ser una vía pertinente para hacer frente a la dependencia de las materias primas en los países en desarrollo. Independientemente de que el sector utilice estas materias primas como insumos o no, contribuye a diversificar las exportaciones y el conjunto de la economía.
Las historias de éxito también demuestran que romper con la dependencia de las materias primas requiere una fuerte voluntad política, una visión realista del desarrollo a largo plazo y una estrategia de implementación ambiciosa pero razonable.
5. Urge políticas para aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos de la transición energética
El Informe sobre productos básicos y desarrollo 2023 de la UNCTAD describe cómo los países dependientes pueden lograr un crecimiento sostenible e inclusivo diversificando sus economías, haciéndolas más resistentes y preparándolas para un futuro con bajas emisiones de carbono.
Muchas de estas naciones tienen un potencial de energías renovables sin explotar, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica. También existen oportunidades para construir, operar y mantener nuevos equipos bajos en carbono y participar en proyectos de adaptación al cambio climático.
Además de diversificar las exportaciones y crear empleo, el aprovechamiento de las energías renovables puede ayudar a reducir las disparidades energéticas. Tecnologías como las minirredes solares podrían llevar la electricidad a zonas remotas, ayudando a modernizar las escuelas y proporcionando tecnologías de cocina más limpias a los hogares.
Pero la carrera por minerales como el cobalto, el litio y el cobre, fundamentales para la energía limpia, podría reforzar la dependencia de las materias primas. Para evitar esta posibilidad, los países deberán añadir más valor a los minerales antes de exportarlos y ascender en las cadenas de suministro de materias primas.
La transición también implica grandes retos para los países en desarrollo exportadores de combustibles, que tendrán que reconfigurar sus economías.
El informe aboga por políticas industriales ecológicas adaptadas a los recursos, las capacidades productivas y las desigualdades de cada país en desarrollo dependiente de los productos básicos. Pide un mayor apoyo de la comunidad internacional para ayudarles a adoptar una vía de diversificación más sostenible, obteniendo más valor de sus recursos, integrando en mayor medida las cadenas de suministro regionales y mundiales y abordando las disparidades energéticas que obstaculizan su desarrollo.
La UNCTAD subraya la necesidad de garantizar que la transición sea "justa" mediante políticas que amplíen las oportunidades a toda la sociedad y protejan a los grupos vulnerables, como las comunidades que dependen de los combustibles fósiles para obtener empleo e ingresos.